
En la pervertida mente de una pequeña minoría de conductores, basta con remojar un coche en purpurina premium para convertirlo en lujurioso objeto de deseo. El cromo, después de todo, ya no tiene nada de nuevo, así que si quieres convertirte en la comidilla del club de golf necesitas un Fiat 500C bañado en oro como el que nos ofrece Fenice Milano.
Su Dolce Vita destaca por el uso de "partículas de oro de 24 quilates" en la decoración de sus elementos

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